sábado, febrero 6

Remedios caseros

El pueblo donde ella vive lo imagino como el Macondo de García Márquez, o el Cómala de Rulfo, pueblos separados del todo, olvidados, caricaturizables, escenarios precisos para que sucedan cosas únicas.

Sólo que este no tiene nada de magia, ni siquiera buenas historias por contar.

Dicen que la capilla esta tan lejana, que ni Dios mismo pasa por ahí, y el correo es el viento, que lleva los ecos de otros pueblos más afortunados, a los niños se les ha olvidado jugar, y los viejos solo fuman por las calles, intentando recordar cómo llegaron, o porqué aun no se han ido.

La miopía central impide verlo, mejor dicho, desearía no verlo, pero existe, sí uno se fija bien, en medio del desierto encontrara veinticinco casas y solo seis hogares, de los cuales, una simple estudiante de medicina vino a escoger el mejor para destruirlo, para meterse entre las únicas sabanas que aún conservaban restos de humanidad entre tanta rutina.

Vaya tino el suyo, mira que viviendo en el mismo infierno, y aun así no detenerse para quemar más la poca moral existente, todo por corromperse en las ganas atrasadas que se tenían ella y el doctor ese, que hasta hace unas horas era un hombre de familia, con harapos de dignidad, pero dignidad a fin de cuentas, el doctor que ella vino a convertir en su pasatiempo, no mas por darle placer a las hormonas, no mas por no usar las neuronas.

Yo de esta historia solo soy narrador y no me toca juzgar, no estoy culpando de nada, la historia y sus detalles serian inútiles, de nada me serviría saber si tienen alguna fijación por el Formol que encendió sus hormonas, o si se besaron por primera vez después de dar vacunas a los niños raquíticos.

Ella, solo tenía por deber venir a aprender, traer un poco de alivio, y llevarse algunas galletas que la gente le regalaría, pero ni siquiera siendo medica, pudo curar los celos de "la otra", quitarle la rabia, bajarle la fiebre al doctor, mentir, decirle que todo estaría bien, dar un pronóstico favorable, no sé, cualquier cosa hubiera sido más acertada.

La única parte que me toca preguntar es por la niña. ¿Cómo le van a explicar que ayer tenía un papá y hoy tiene dos mamás, seis abuelos y doble mesada el domingo?, la misma niña de siete años que son los ojos del doctor, y que después de la operación de control de natalidad será la única hija que él pueda tener, a esa niña que se enfermo por culpa de las discusiones de papá y mamá (la primer mamá).

La niña, la cual todo el pueblo llora, por la que el pueblo culpa a la estudiante de medicina que vino y la enfermo, de esas cosas que no tienen explicación científica, pero que según ellos, es la manera en que Dios "castiga" a los infieles.

Ya no tendrán que explicarle nada, ni tratar de decirle que ha pasado, hoy solo preocúpate por cerrar sus ojitos, no traten de templar su cuerpo, ni de poner color en las mejillas, el pueblo es demasiado pequeño, y la niña es como la verdad, fría, rígida.

Hoy la niña no muere sola, se lleva a su lado la muerte de la rutina en medio de la nada.

-¿Y qué dice el pueblo?-
-Nada, no habla-
-Pero como murmura...-

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces los finales felices no son como los pintan los prototipos... a veces la mala no es "la otra", a veces... al amor verdadero, la mas pura felicidad, los ojos mas sinceros y nobles en los que te puedes reflejar los encuentras en ese infierno...

Anónimo dijo...

Tan pequeño que es el mundo. . .
todos tenemos la esperanza en un alguien y ese alguien no la tiene en nosotros. .

Anónimo dijo...

cuando empezaras a escribir de nuevo avispa??? :/