martes, septiembre 15

Feliz Año

Un año no es nada, pero es necesario pasar por él para poder cumplir cien; en un año, se puede ver 365 veces la serie 24, despertar otras tantas a tu lado (o sin ti), se puede hacer caso a Sabines y reunir 52 veces todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra, y se les puede prender fuego.

O se puede hacer un intento de blog como este.

Lo bueno de comenzar proyectos sin expectativa alguna, es que jamás sales desilusionado, y así sucedió aquí, con el buen sabor de dedos que me deja el escribir, con las inconsistencias de mi personalidad, que puede durar meses sin pasar por aquí y otras en las que lo cuida como un recién nacido. Sin nada que aparentar, con la tranquilidad que le da a cualquiera tener un Alther ego (no entiendo de qué se quejan Peter y Clark).


Al principio necesitaba de emociones para escribir, placebos, musas, algo por qué derramar letras, no me era fácil sentarme frente al teclado sin nada que me provocara, aunque casi nunca escribí lo que me sucedió, utilizaba el sentimiento como combustible para crear escenarios imaginarios, pocos escritos relatan alguna vivencia personal, solo aquellos en los que sabía que era preciso escribir antes de matar, aunque al final resultara más hiriente.

Pero casi todo es ajeno a mí, ideas que las voces de mi cabeza creían reales (Sí, ellas si lo son) otras ideas son el resultado de desamores que me toco oír, que me toco sanar.

Y en este presente en el que vivo, cuando los personajes cotidianos se van, cuando existen motivos para dejar de rezar, para dormir con la luz prendida y encerrarme en mí, cuando todos caminan y nadie se detiene a preguntar por qué hay sangre alrededor, hoy, seguiré escribiendo, solo por el aroma que se me queda en los dedos.

P.s. Hay mucho de mí contigo, cuídalo, cuídame pequeño blog. (Prometo atenderte más y dejarte musiquita para cuando te deje solo)

1 comentario:

Alegría Buendía dijo...

Pero que sea música chévere. Bailable, algo que sea fácil de aprender y de cantar frente al espejo.

Si pones clásica, seguro se aburre como si estuviera encerrado permanentemente en un elevador o en la línea telefonica esperando que alguien lo atienda.