sábado, agosto 28

Héroes

No nací el día en que lloré por primera vez, nací el día que comencé a parecerme a lo que quiero ser.

Y es ahí donde comienza el capitulo más hermoso de mi vida. Ustedes.

No existe sitio en mi habitación que no huela a sus recuerdos, ni libros en mis estantes con las letras suficientes para escribir todos los sueños que ustedes tienen por delante, cada cicatriz de lo que hoy me hace fuerte la sané a su lado y las arrugas en mis mejillas es culpa de las carcajadas que me provocan a cada momento.

Las historias que he de contar a mis nietos seguramente tendrán sus nombres, cada héroe valeroso o princesa hermosa, un mago astuto o el amigo fiel, venciendo lo imposible, terminando las batallas heridos pero con una sonrisa, no habrá quien los detenga; dragones gigantes e incautos, paisajes desolados, demonios con inútiles artimañas, todo será vencido por ustedes. Mas vencer lo gigante no será su más grande acto heroico, sino vencer lo pequeño, la capacidad diaria de hacer lo ordinario extraordinario.

Ya veo a los pequeños con los ojos fijos al escuchar mis historias, con la boca inmóvil y entreabierta mientras yo con mis canas les sonrió y entre sorbo y sorbo de café les juro que esos Héroes sí existen, y cuando note en sus caras y sus juegos que sueñan a ser como ustedes, sabré que habrán heredado del abuelo, la eterna admiración por mis amigos.

Son la constante de mi vida y el deseo de un futuro compartido, pero hoy, hoy siento que son el mejor presente que Dios pudo obsequiarme.

No nací el día que llore por primera vez, sino el día que comencé a parecerme a lo que siempre desee, nací el día en que deje de vivir, y es Él quien vive en mí, el mismo que hoy nos reúne y me da vida para decirles:

Gracias eternas.

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